lunes, 3 de noviembre de 2014

TEORÍAS PSICOSEXUAL DE SIGMUND FREUD

Teoría Psicosexual de Sigmund Freud

Sigmund Freud
EL PSICOANÁLISIS Y EL HOMBRE COMO INCONSCIENTE

Freud (1856-1939), ingresó al mundo de la psicología siendo médico. Inicialmente este vienés compartió la preocupación por la cura de la histeria a través de la hipnosis, tal y como la practicaba la escuela de Charcot en París. Posteriormente establecería otro universo de experiencias que lo llevarían a la formulación del inconsciente y del método psicoanalítico. Sus obras más famosas son La interpretación de los sueños (1899) e Introducción al psicoanálisis (1917). Para Freud, el hombre está sometido a la determinación de su evolución psíquica, pero peor aún, está dominado por el inconsciente, fuerza imprevisible, incontrolable, causa de nuestros numerosos errores y también de nuestros –aparentemente- más honestos deseos y realizaciones. Se presentan las pistas de definición conceptual más obvias del análisis freudiano, resta examinar las complejas consecuencias que de ahí se derivan.


1. Niveles del psiquismo humanoEl nivel más importante, según Freud, es el inconsciente. Por eso, presentamos brevemente los niveles conscientes y preconscientes y nos detendremos más en el inconsciente, describiendo sus rasgos fundamentales:
Nivel consciente: Es el nivel admitido por la psicología tradicional y se refiere a todo lo que el hombre sabe y conoce.
Nivel pre-consciente: Se refiere a todo lo que está latente en la persona humana y puede pasar al nivel consciente en cualquier momento. Hay una buena cantidad de realidades mentales, por ejemplo: memorias de experiencias particulares o de hechos particulares, de los cuales no somos continuamente conscientes, pero a lo que podemos evocar en la mente siempre que sea necesario.
Su existencia se manifiesta a través de los actos fallidos (hablar, escribir o hacer una cosa por otra, olvidos temporales de algo...). No resulta difícil descubrir detrás de ellos la existencia de otra intención, deseo, repulsa, etc.
2. Componentes de la personalidadFreud introdujo en sus últimas exposiciones la teoría de la estructura tripartita de la personalidad: el Ello, el Yo y el Súper yo. Dicha estructura no se identifica con la división del inconsciente, preconsciente e inconsciente. Sin embargo, toma el nivel inconsciente como punto de partida para el desarrollo de esta teoría. Estos tres componentes tienen en común las siguientes características:
Son autónomas: Cada una tiene su propio objetivo y funcionamiento.
Son antagónicas: Tienen objetivos distintos y en conflicto.
Son interdependientes: Necesitan relacionarse unas con otras para no destruir la personalidad y funcionar “económicamente” de cara a la solución de los problemas reales.

EL ELLO
Este primer componente se caracteriza por ser la parte instintiva o pulsional de nuestra personalidad.
Los instintos son las fuerzas motivantes en el psiquismo humano tal; toda su “energía” proviene solamente de ellos. El ello funciona buscando el placer, es decir, la satisfacción inmediata y total de las pulsiones y tendencias que lo componen y descarga los impulsos ciegamente.

“El Ello no conoce juicio de valor alguno, no conoce el bien y el mal ni moral alguna. El factor económico o cuantitativo, íntimamente enlazado al principio del placer, rige todos los procesos... todo lo que el Ello contiene son cargas de instinto que demandan descarga” (S. Freud).

Freud sostuvo que puede distinguirse un número indeterminado de instintos. Sin embargo pensó que todos ellos podrían ser derivados de dos instintos básicos. Veamos someramente cada uno de estas pulsiones:



“Uno de estos instintos, que trabaja silenciosamente en el fondo, perseguirá el fin de conducir a la muerte del ser vivo (como vuelta al estado inorgánico original); merecerían, por tanto, el nombre de instintos de muerte... Los otros serían los instintos sexuales o instintos de vida libidinosos (el Eros), mejor conocidos analíticamente, cuya intención sería formar con la sustancia viva unidades cada vez más amplias, conservar así la perduración de la vida y llevarla a unidades superiores”.

EL SÚPER YO
Este segundo componente se opone a lo instintivo, al ello, y se caracteriza por ser la instancia más propiamente humana; nos mueve hacia la superación y el deber, y representa la exigencia ética y el derecho de los demás. El súper yo tiene dos funciones: Indica a nuestro Yo las metas a conseguir y nos exige su cumplimiento. Nos prueba o nos reprueba según nos acerquemos a nos alejemos de la meta. Suele ser la instancia que censura, que califica bondad o maldad de algo.

“El súper yo es para nosotros la representación de todas las restricciones morales, el abogado de toda aspiración a un perfeccionamiento en suma: aquello que llamamos más elevado en la vida del hombre, se nos ha hecho psicológicamente aprehensible. Siendo en sí procedente de la influencia de los padres, educadores, etc...” (S. Freud).

El desacuerdo entre el ideal moral (súper yo) y la realidad (yo) genera en el hombre un sentimiento de culpabilidad, que aumentará en proporción a la rigidez del súper yo.

EL YO
La característica de este tercer componente es adaptar el psiquismo humano a la realidad, teniendo en cuenta los instintos (ello) y las exigencias morales. Desarrolla dos funciones: percibe la realidad a través de los sentidos. Responde, adaptándose a ella. Su producto es la acción eficaz en una situación convencional. El Yo funciona buscando lo posible y lo conveniente, lo útil y lo necesario, lo realista y lo lógico, intentando así conseguir el equilibrio y la racionalidad de la persona.

La persona sería la actividad en la cotidianidad de estas tres instancias:
Súper yo: Contiene las normas morales
Ello: Contiene los instintos
Yo: Está en contacto con la realidad
3. El desarrollo de la personalidadEl desarrollo y madurez de la personalidad depende de la evolución de los tres componentes psíquicos y de la maduración sexual-relacional del individuo. Veamos primero lo pertinente a las instancias de la personalidad:


ETAPAS PSICOSEXUALES
Freud afirmaba que los tres componentes de la personalidad se iban configurando con las primeras experiencias de la infancia, a medida que la persona atravesaba por una serie de etapas psicosexuales. Desarrollo también es en Freud, evolución en la experiencia sexual como experiencia relacional global, no simplemente genital, auncuando esta es la fundante. Durante estas etapas la energía del Ello se fija en determinadas zonas corporales: la boca, el ano, los genitales. Si en cualquiera de las etapas, se mima en demasía a los niños, o se les priva de afecto, el desarrollo se detiene en esa etapa y la personalidad adulta queda estancada allí donde la dificultad se fijó. Según Freud, la personalidad del adulto queda configurada primordialmente durante estas cuatro etapas:

Etapa oral: Durante esta etapa, que abarca aproximadamente los primeros 18 meses de vida, el niño fija principalmente su conducta en la boca: al comer, chupar y morder. Los niños súpermimados o frustrados en esta etapa, al llegar a adultos, pueden presentar rasgos de la personalidad oral: dependencia, pasividad y avidez.

Etapa anal: A lo largo del segundo año empieza el entrenamiento de esfínteres o el aprendizaje de “ir al baño”: los niños deben aprender a controlar por primera vez, sus impulsos naturales. Este hecho marca el inicio de la etapa anal. Si este entrenamiento es bastante severo y conflictivo, o si la eliminación de las heces fecales y orina es demasiado placentera, el individuo puede quedar fijado en la etapa anal, y posteriormente presentará una personalidad “anal”: desconfianza, terquedad, desorden y sadismo, o excesiva docilidad, excesivo orden y limpieza, demasiados escrúpulos.

Etapa fálica: En la etapa fálica (del tercero al quinto año de la vida) los niños descubren los genitales y se recrean en ellos. Sus fantasías se orientan en torno a los complejos de Edipo y de Electra (nombres de los personajes de la literatura griega que amaban en exceso al progenitor del sexo contrario y sentían gran rivalidad hacia el progenitor del mismo sexo). Freud creía que la resolución de estos complejos era fundamental para el desarrollo de la moralidad y la conducta apropiada a su papel sexual. Si no se resuelven adecuadamente, la persona puede rechazar el papel sexual socialmente sancionado y tornarse homosexual o lesbiana, o bien presentar conducta antisocial, perversa o inmoral.

Etapa genital: Al terminar la etapa fálica, Freud pensaba que ya estaba esencialmente formada la personalidad de los niños. Para él, lo siguientes siete años de vida no constituyen una etapa de grandes necesidades, ni cambios fundamentales en la personalidad. Al presentarse la pubertad, vuelven a presentarse los intereses sexuales como una renovación de la propia percepción corporal dado que el desarrollo hormonal ha favorecido la diferenciación de los rasgos de feminidad y virilidad. Durante la adolescencia y los primeros años de la vida adulta, que en términos generales coinciden con el período genital o etapa genital, los individuos se orientan hacia las relaciones interpersonales y empiezan a participar en las actividades de su cultura. Hasta este período han estado absortos en sus propios cuerpos y en la satisfacción de sus necesidades. En esta etapa nueva, como adolescentes, aprenden a establecer relaciones satisfactorias con las demás personas. Según Freud, una relación heterosexual madura es el punto que marca el comienzo de la madurez.

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